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Tres exposiciones simultáneas recuerdan a Alexander Calder, el escultor que 'dibujaba en el espacio'

NANI F. CORES

  • El Museo Picasso de Málaga explora las conexiones entre el escultor norteamericano y Pablo Picasso.
  • El Centro Botín de Santander descubre algunos de sus proyectos nunca materializados.
  • Por su parte la galería Elvira González exhibe por primera vez en la capital algunos de sus 'gouaches'.

Vista de sala, Calder Stories, Centro Botín © 2019 Calder Foundation, New York

Nacer en una casa repleta de artistas le proporcionó a Alexander Calder (Lawnton, Pensilvania, 1898 - Nueva York, 1976) el caldo de cultivo perfecto para desarrollar desde muy pronto su sensibilidad. De padre y abuelo escultores y madre retratista -aunque todos de corte clásico-, llegaría justo a tiempo, con el cambio de milenio, para revolucionar el curso del arte del siglo XX. Inventor del llamado 'móvil', Calder desarrollaría a lo largo de su carrera un nuevo método escultórico, a base de doblar y retorcer alambres con los que "dibujaba en el espacio", cómo bien se dijo en su día, y lo modificaban a través de su reacción a las corrientes de aire, la luz, la humedad o la interacción humana.

La casualidad ha querido que durante este mes de septiembre coincidan en el tiempo tres exposiciones dedicadas al artista norteamericano en España. La más reciente, inaugurada hace solo dos días en Málaga, explora las conexiones de Calder con otro genio del siglo pasado: Pablo Picasso. Calder-Picasso, que permanecerá abierta al público hasta el 2 de febrero de 2020 en el Museo Picasso, se centra en explorar cómo ambos artistas trataron, aunque de formas muy distintas, el tema del vacío y la ausencia de espacio en sus obras.

Si bien hubo ciertos paralelismos y sinergias en los trabajos de ambos y pasiones compartidas como el mundo del circo, nunca llegaron a compartir sus ideas artísticas. Se conocieron en París en 1931 cuando Calder presentó su primera exposición de esculturas no objetivas en la Galerie Percier de París y sus caminos volverían a cruzarse en 1937 en el Pabellón de España de la Exposición Internacional de París, donde su Mercury Fountain se instaló frente al Guernica de Picasso, convirtiéndose en el único artistas no español incluido en ese pabellón.

 Gracias a sus nietos, Alexander S.C. Rower, presidente de la Calder Foundation; y Bernard Ruiz-Picasso, copresidente de Fundación Almine y Bernard; vuelven a encontrarse más de 80 años después en una muestra que reúne 57 obras del norteamericano y 50 de Picasso que pasó hace unos meses por el Museo Picasso de París logrando más de 400.000 visitas.

"La exposición es un proyecto raro, porque la gente nunca se plantea a Calder y Picasso juntos. Nosotros tenemos observaciones peculiares sobre su obra y hemos descubierto cómo ambos tratan el vacío y la ausencia. Picasso se refleja a sí mismo en cada retrato que hace, llena el vacío con sus retratos y está obsesionado con su propia mortalidad. La obra de Calder versa sobre la energía que nos interconecta a todos los seres humanos", asegura Rower.

Fotografía de una de las zonas de la exposición Calder-Picasso en el Museo Picasso Málaga. © Museo Picasso Málaga

Fotografía de una de las zonas de la exposición Calder-Picasso en el Museo Picasso Málaga. © Museo Picasso Málaga  © 2019 Calder Foundation, New York/VEGAP, Madrid © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2019

Por su parte, el Centro Botín de Santander presenta hasta el 3 de noviembre Calder Stories, una curiosa muestra que recorre cinco décadas de la trayectoria del artista a través de proyectos no realizados. Organizada también en colaboración con la Calder Foundation de Nueva York y comisariada por Hans Ulrich Obrist, director artístico de las Serpentine Galleries de Londres, está integrada por unas 80 piezas procedentes de la Fundación, otras de colecciones particulares y públicas, y está acompañada del diseño arquitectónico del Premio Pritzker Renzo Piano.

Entre estos proyectos nunca materializados se encuentran, por ejemplo, una serie de seis maquetas creadas en 1939 para acompañar la propuesta de Percival Goodman para la construcción de la Smithsonian Gallery of Art, en Washington D.C., o un conjunto de casi dos docenas de bronces de 1944, creados por sugerencia de Wallace K. Harrison para un edificio de estilo racionalista, que debían haberse construido en hormigón con una altura de entre nueve y doce metros.
En el ámbito de las artes escénicas, también se presentan varios bocetos realizados entre los años treinta y cuarenta detallando unas complejas coreografías abstractas, así como propuestas para lo que Calder denominó «objetos-ballet», incluyendo escenografías para la propuesta de un ballet con música por Harrison Kerr. Diversos encargos de mecenas de todo el mundo, completan el recorrido.

Por último, la galería madrileña Elvira González, acoge hasta el 22 de noviembre una curiosa exposición con una pequeña selección de gouaches. Aunque consiguió la fama con sus mobiles, estabiles y esculturas monumentales, Calder comenzó a familiarizarse con esta técnica en los años treinta. Estas obras inspirarían en numerosas ocasiones su producción escultórica y a gran escala y gran parte de las que están en la galería se verán por primera vez en público.



source https://www.20minutos.es/noticia/3776858/0/alexander-calder-exposiciones-museo-picasso-centro-botin-elvira-gonzalez/

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